Celia ya dejaba la panadería. Se veía pálida y con un toque de tristeza. Tenia casi 70, pero siempre lucia radiante. Una aventurera. Manuel y Celia siempre fueron los mas admirados de su pueblo. Siempre de viajes, conociendo el mundo. Vivieron mucho tiempo en un trailer. Sus hijos fueron criados prácticamente ahí dentro. Cada vez que regresaban de alguno de sus viajes, sus amigos alucinaban con sus historias. Picaduras de arañas gigantes, serpientes e historias de otras culturas.
Celia ya llegaba a su casa donde Manuel la esperaba sentado en la meza.
- Tarje pan calientito. Ulises, el panadero, recién los había sacado del horno. Espero que sean de tu agrado.
En un minuto ya tenia la meza puesta para el te. Saco unas galletitas, pan y mantequilla. Sirvió el te y se levanto a buscar un álbum de fotografías. Lo empezó a hojear y recordar tantas aventuras. Celia no podía parar de reírse, recordando citas que su marido había dicho en ciertas ocasiones. Luego en un cruce de miradas Celia le pide bailar. Celia toma a Manuel del brazo y comienzan a bailar. Sin música. A Manuel le gustaba bailar sin música. Celia respeto sus deseos. Luego lo ayuda a tomar asiento. Celia hace una llamada telefónica y se vuelve a sentar en las piernas de Manuel.
- Hemos pasado momentos hermosos juntos! Nos tomo dos días recordarlos todos! O la menos los mas memorables mi amor! Pero ya es hora.
Dos policías entran y quedan perplejos de ver el cuerpo sin vida de Manuel en el sofá.
Dilanstipe.
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