San Pedro custodió por mucho tiempo las puertas del cielo. Un día en uno de sus descansos, llevaba unos nuevos libros a la biblioteca cuando escucho la alarma. Se dirigió inmediatamente a la entrada. Un hombre suplicaba que lo dejasen entrar, al parecer el alma la había ya vendido y venían por el. En una trifulca, una de aquellas que hace mucho tiempo San Pedro no tenia, le pego un combo dejándolo knock out. Inevitablemente nuestro amigo fue enviado a corte. El veredicto fue: vacaciones por un par de semana al lugar que el quisiera. San Pedro decidió conocer Moscú.
Ya sentado en una banca, pensaba que cosas hacer en su estadía. Con un panfleto en su mano elegía que atracciones visitar. Por un momento miro a su alrededor, y tomo aire profundamente. No era tan limpia como allá arriba, pero respiraba libertad. En ese momento se dio cuenta que habían unos turistas Holandeses besándose al lado de una fuente. Volvió a mirar y caminaban parejas de la mano. Que bello pensaba. Que sensación sentirían dentro de ellos para llevarlos a hacer lo que hacen, sentir amor y pasión por otra persona que no fueran por ellas mismas. Hace tanto tiempo que no experimentaba algo así. De pronto la vio, sus rizos caían como ondulaciones de Marfil de algún templo Bizantino. Una figura perfecta que haría que cualquier escultor griego olvidase de estampar siluetas femeninas redondas. La miraba fijamente y no podía apartar su mirada de ella. De pronto noto que un billete cayo de su bolsillo. El rápidamente se levanto, lo recogió y fue tras ella. Ella agradecida le pregunto su nombre. Pedro contesto. Natasha ella replico. Muchas gracias señor le contesto. Luego se dio cuenta que su mirada se iba tras la silueta masculina de un alemán. San Pedro sintió que había quedado flechado por ella. La invito, en un impulso colegial, a tomar una bebida. Pero ella sin dejar de mirar al alemán, respondió que no podía. El día pasó, tres días pasaron y siempre sentado en la banca la veía pasar y Natasha a lo lejos lo saludaba. San Pedro se dio cuenta que con su aspecto de viejo senil no iba a conseguir nada. Después de meditarlo por horas, le pide a Dios que lo lleve de vuelta al cielo. Todos lo recibieron con alegría. Una cena de bienvenida lo esperaba. Varios días han pasado. Y San Pedro parece haber caído en depresión. No la puede olvidar. Cada vez que cierra sus ojos, ve sus rizos dorados cayendo por sus hombros de forma perfecta.
Se armo de valor y se dirigió a Dios. Le pidió hacerlo humano nuevamente. Dios después de escuchar sus razones, accedió a entregarle tal oportunidad. Le pidió que cerrara los ojos e imaginara el cuerpo que quería tener. San Pedro cerro sus ojos, imagino que era una especie de Adonis. Dios le volvió a preguntar si estaba seguro porque después de esto, no había vuelta atrás el seria humano y viviría como humano por el resto de sus días. San Pedro, sin embargo, estaba seguro.
Ya en Moscú, volvió a presentarse ante Natasha. Quien cuando lo vio quedo perpleja, inmediatamente lo invito a una fiesta. En aquella noche, que no obscurece. Donde los rusos celebran el día mas largo del año. San Pedro, ahora solo Pedro, tomaba cerveza, fumaba cigarrillos. Y probaba drogas. Se besaba con Natasha. En una camioneta llegaba el momento. Pedro sin polera, sentía como su busto perfecto sudaba. Procedía a tocar a Natasha. Sentía estrías. Le saco su polera y sostén. Sus senos caían mas de la cuenta. Tenían arrugas. Llevaba una faja que contenía sus rollos para que no se vieran.
Dios por otro lado miraba, y murmuraba, “Si los humanos se enamoraran de lo que cada uno lleva por dentro serian mas evolucionados”.
En aquella noche donde los rusos celebran el día mas largo del año. San Pedro ya había respondido a su propia interrogante: “que hacia que una persona sintiera amor y pasión por otra que no fuese por ella misma. El busto perfecto de San Pedro sudaba por los nervios de saber cuantas cervezas mas necesitaba para poder terminar lo que había empezado.
DILANSTIPE
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